Iglesia Primitiva

 

La eficacia de la iglesia  de Cristo primitiva

 

Los apóstoles de la iglesia primitiva obedecieron el mandamiento de Cristo: “Predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16.15). (Véase también Colosenses 1.23.) Realmente no todo el mundo se convirtió, pero de acuerdo al testimonio de algunos de sus enemigos los discípulos fueron culpables de trastornar el mundo entero. En un poco tiempo ya ellos se habían convertido en la luz del mundo; no la luz que se pone debajo de una cama, sino la que se pone en un candelero. Ellos eran como una ciudad asentada sobre un monte que no puede esconderse. Los discípulos se convirtieron en la fuerza que los reyes y los representantes de la ley tenían que tener en cuenta. Miles y otras miles de personas fueron añadidas a la iglesia. Esto constituyó mucho más que añadir nombres a la lista de la membresía. Las vidas de las personas eran cambiadas dramáticamente. Los demonios eran echados fuera. La llama ardía a medida que los nuevos cristianos depuraban sus hogares así como también sus corazones.

 

¿Acaso fue eficaz la iglesia apostólica?

¡Por supuesto que sí!

¿Qué no los hizo eficaces?

 

1. La iglesia apostólica fue eficaz, pero no porque ellos tenían mucho dinero para financiar campañas misioneros (véase Hechos 3.6).

2. La iglesia apostólica fue eficaz, pero no a causa de los seminarios para pastores entrenados y para los que ministraban (véase Hechos 4.13). El fariseo que se convirtió en un apóstol y que fue criado a los pies de Gamaliel dio el siguiente testimonio que aparece en Filipenses 3.7. “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.”

3. La iglesia primitiva fue eficaz, pero no porque no enfrentó oposición

(véase Hechos 8.1; 9.1; 12.1-3).

4. La iglesia apostólica fue eficaz, pero no a causa de sus instituciones, programas misioneros, escuelas bíblicas, concentraciones juveniles o casas publicadoras. Esto no quiere decir que todas las instituciones religiosas son malas. No obstante, si este tipo de instituciones religiosas hubiera sido lo que hicieron que la iglesia primitiva fuera eficaz, entonces la Biblia nos hubiera hablado de las mismas.

5. La iglesia primitiva fue eficaz, no porque integró al cristianismo con el judaísmo u otra religión en los lugares donde se extendía (véase Hechos 15; 19.23-29). Más adelante la falsamente llamada iglesia se convirtió en una experta en mezclar al cristianismo con la cultura local y las prácticas de adoración de la época para hacer que la misma sea más del agrado de todos. Pero así no fue con la iglesia apostólica. Los discípulos disgustaron a todo el mundo y alteraron muchas cosas, menos a los verdaderos buscadores de Dios.

La iglesia apostólica fue eficaz porque:

1. La misma estaba llena del Espíritu Santo y había unidad (véase Hechos 2.1-4; 4.31). Las expresiones “unánimes”, “una misma cosa” y “un alma” se usan en estos pasajes cuando el Espíritu Santo hizo temblar el lugar donde los discípulos estaban congregados. Sin duda alguna, una de las razones que el Espíritu Santo pudo moverse de esa forma tan majestuosa entre los discípulos fue porque ellos estaban unidos.

2. La misma era audaz (véase Hechos 4.13, 31). Esta virtud se encuentra directamente relacionada con haber sido envestida por el Espíritu Santo. Pablo nos recuerda en 2 Timoteo 1.7 que “no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”. Incluso el propio Esteban, estando frente a una multitud sanguinaria y furiosa, se dirigió a la misma como: “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos!” Esteban habló de la forma que era en realidad. A pesar de que la persecución que aconteció después de su martirio dispersó a la iglesia apostólica, los discípulos fueron a todas partes predicando el evangelio (véase Hechos 8.4).

3. La misma tomó en serio la cuestión del problema del dinero desde sus inicios

(véase Hechos 4.32-37). Jesús dijo “no podéis servir a Dios y a las riquezas”. Aparentemente la iglesia apostólica también lo conocía y lo predicaba. Estos cristianos primitivos trataron con la amenaza que constituyeron las riquezas en sus vidas al dar todo lo que ellos tenían para la obra de Dios. Ananías y Safira fingieron darlo todo para la obra de Dios, pero no lo hicieron. Los miembros de la iglesia apostólica rehusaron llamar suyo nada de lo que ellos poseían.

Evidentemente la iglesia en Macedonia no contaba con una bolsa común, pero ellos se dieron a Dios primeramente y es por eso que dar fue algo muy fácil para ellos. Ellos dieron de forma generosa, aunque se encontraban en una gran tribulación y una profunda pobreza.

4. La misma hizo numerosos esfuerzos para edificar el cuerpo. Estos esfuerzos estaban dirigidos por el Espíritu Santo, acompañados de la oración y el ayuno

(véase Hechos 13.1-4). Esto quería decir que no sólo los predicadores predicaban

(véase Hechos 8.4). Ellos testificaban y predicaban espontáneamente. Todos ellos eran misioneros. Además, ellos aceptaron y esperaron la persecución. Por último, ellos testificaron que era un privilegio sufrir a causa del Señor Jesús.

5. La misma estaba separada del mundo y tenía un testimonio de santidad. Los no creyentes temían unirse al grupo de hermanos (véase Hechos 5.11-14). La iglesia predicaba el arrepentimiento dondequiera que iba sin tener alguna vergüenza al hacerlo, desde Simón el mago hasta el rey Agripa. Esto quiere decir que ellos escucharon e hicieron caso al llamado de Dios de salir y de apartarse de lo inmundo. Es por eso que se convirtieron en hijos e hijas del Todopoderoso y retuvieron su eficacia en medio de un mundo hostil.

La iglesia apostólica fue muy activa en su servicio al Señor Jesucristo. La misma llevó a cabo lo que Cristo le encargó que hiciera.

¿Y qué de ti y de la iglesia local de la cual tú eres parte?

 

 

Pentecostés

Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. 2 De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. 3 Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. 4 Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse. Hechos de los Apóstoles, 2: 1-4.

Qué es Pentecostés:

 

El Pentecostés es una festividad de carácter religioso que se celebra cincuenta días después de la Pascua, poniendo término al periodo pascual. Se celebra tanto en la religión judía como en la religión cristiana.

Para los judíos, el Pentecostés supone la celebración de la entrega de la Ley a Moisés en el monte Sinaí, cincuenta días después del éxodo

Por su parte, para los cristianos, es la conmemoración del descenso del Espíritu Santo sobre los Apóstoles de Jesucristo, que marca el nacimiento de la Iglesia.

Etimológicamente, la palabra proviene del latín Pentecoste, y esta, a su vez, del griego πεντηκοστή, (pentecosté), que significa ‘quincuagésimo’. El término, como tal, hace precisamente alusión a los cincuenta días que transcurren desde la Pascua hasta el Pentecostés.

Por tratarse del nombre de una festividad sagrada, la palabra Pentecostés debe escribirse con mayúscula inicial.

 

Pentecostés en el judaísmo

 

Los judíos celebran el Pentecostés cincuenta días después de la Pascua del Cordero para conmemorar el encuentro entre Dios y Moisés en el monte Sinaí, y la entrega de la Ley al pueblo de Israel, que simboliza el nacimiento del judaísmo.

Este evento, según es narrado en el libro del Éxodo, en el Antiguo Testamento, ocurrió cincuenta días después de la salida del pueblo hebreo del cautiverio de Egipto.

Asimismo, el Pentecostés está también históricamente asociado a la Fiesta de las Semanas o la Fiesta de las Mieses, una celebración que tenía lugar siete semanas después de la Pascua, en la que se daba gracias a Dios por el fruto de las cosechas.

Pentecostés en la Biblia

 

La celebración del Pentecostés es referida en la Biblia por primera vez en Hechos de los Apóstoles, en el episodio dedicado a narrar el momento en que los apóstoles de Jesucristo recibían los dones del Espíritu Santo, después de la subida de Jesús al cielo.

Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. 2 De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. 3 Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. 4 Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse. Hechos de los Apóstoles, 2: 1-4.

Primer discurso de Pedro

 

Hechos 2:14-41

 

14 Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.

15 Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día.

16 Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:

17 Y en los postreros días, dice Dios,

Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,

Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;

Vuestros jóvenes verán visiones,

Y vuestros ancianos soñarán sueños;

18 Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días

Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.

19 Y daré prodigios arriba en el cielo,

Y señales abajo en la tierra,

Sangre y fuego y vapor de humo;

20 El sol se convertirá en tinieblas,

Y la luna en sangre,

Antes que venga el día del Señor,

Grande y manifiesto;

21 Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

22 Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis;

23 a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole;

24 al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella.

25 Porque David dice de él:

    Veía al Señor siempre delante de mí;

    Porque está a mi diestra, no seré conmovido.

26 Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua,

Y aun mi carne descansará en esperanza;

27 Porque no dejarás mi alma en el Hades,

Ni permitirás que tu Santo vea corrupción.

28 Me hiciste conocer los caminos de la vida;

Me llenarás de gozo con tu presencia.

29 Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy.

30 Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono,

31 viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción.

32 A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.

33 Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.

34 Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:

    Dijo el Señor a mi Señor:

    Siéntate a mi diestra,

35 Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. m

36 Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

37 Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

40 Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.